Cuantas veces has comido
alguna preparación la que te recuerda un momento un lugar una persona… Cuando
estaba en un país extranjero quería experimentar sabores nuevos pero típico que
si saben que eres de Chile, todos quieren que pruebes sus “empanadas chilenas”
que gusto sentí al saber que iba a recordar uno de mis sabores de infancia y de
hogar, había pasado un mes que estaba lejos y ya extrañaba la comida de mi
tierra, cuando fui a probar mi primera “empanada chilena” mmmm… déjenme decirles que no se parecía nada! Pero NADA
a lo que es una empanada chilena, buscamos por todos los lugares durante 3
meses cada vez que teníamos la oportunidad de probar una de esas, la comíamos y
me seguía desilusionando, hasta que un día llegamos a una cocinería en donde la
dueña me pidió que hiciera las empanadas!!! Encantadísima las hice esperando sentir ese
sabor taaan chileno.
Para mi sorpresa
cuando termine y probé me di cuenta que le problema no eran los cocineros sino
los ingredientes que no son iguales en todas partes y por más que buscara nunca
iba a encontrar ese sabor que esperaba hasta estar de vuelta en casa.
Lo mejor de Dios es
que no es como las empanadas o los sabores , sino que él está en todo lugar, y
a veces estamos como extranjeros queriendo encontrar ese sabor ese deleite que
nos recuerda quienes somos, nuestras raíces, nuestros seres queridos, o lo bien
que nos sentimos en casa. Nuestro hogar
es la presencia de Dios y buscamos y nos alejamos tratando de encontrar su
presencia o algo parecido en otras cosas o experiencias u otros sabores
extranjeros, sabiendo que solo acercándonos
a él vamos a sentirnos como en nuestro hogar , en su presencia.
Salmos 139.
7
¿A dónde me iré de tu Espíritu?
¿Y a dónde huiré de tu presencia?
8 Si subiere a los cielos, allí estás tú;
Y si en el Seol hiciere mi estrado, he aquí, allí
tú estás.